Hablemos de una práctica sexual que va en aumento: El Pegging
Aunque somos más abiertos que nunca en nuestros hábitos sexuales, todavía hay algunas prácticas que han evitado el foco de atención general.
El pegging es uno de ellos.
Hoy descubrirás en qué consiste, porqué deberías probarlo, y cómo hacerlo sin dolor.
Pegging es penetrar analmente a alguien con un strapon, un dildo incorporado a un arnés.
Básicamente, es solo otra palabra para el sexo anal que se inventó para distanciarlo de la penetración anal que muchos hombres heterosexuales estigmatizan y asocian con ser gay.
Sin embargo, aunque el término se acuñó para referirse a un acto sexual en el que una mujer penetra a un hombre, no siempre es así.
Es una práctica que la que puede disfrutar cualquier persona, independientemente de su género o sexualidad.
En esencia, el pegging se trata de explorar.
Incluso si estás usando el strap-on, no se trata de ti, se trata del 'nosotros'.
Por lo tanto, deberías explorarlo como alguien interesado en ser el que da, pero también como alguien que está emocionado de que su pareja sea el receptor.
La inversión de roles para parejas heterosexuales puede ser altamente erótica.
Si eres mujer y siempre has sido penetrada, tienes la oportunidad de aprender cómo se siente penetrar y experimentar nuevas sensaciones.
Y si eres un hombre y estás acostumbrado a ser el que da, el pegging te da la oportunidad de experimentar cómo responde tu cuerpo a la penetración.
Por supuesto, el receptor de la estimulación anal también recibe mucho placer.
El ano es también una zona erógena, y muchas personas disfrutan de orgasmos anales.
Te interesará: Cómo tener un orgasmo anal: todas las claves
Si tienes próstata, puedes encontrar que la estimulación a través del ano te lleva a nuevas sensaciones, e incluso a orgasmos múltiples.
Si te suena bien y quieres ponerlo en práctica, esto es lo que debes hacer:
Antes de que algo se acerque al trasero de nadie, debes hacerte con un lubricante de calidad como este:
El lubricante de silicona es más espeso, por lo que suele durar más.
Sin embargo, si usas un lubricante de silicona con un juguete de silicona, puede dañarse y volverse más poroso, lo que permite que las bacterias se instalen y provocar una infección.
Si tu juguete es de silicona, tu lubricante deberá ser a base de agua, que también funcionan bien con condones.
Los lubricantes a base de aceite también pueden funcionar bien con juguetes de silicona, pero descomponen los condones de látex.
Te interesará: Lubricantes para sexo anal: las mejores opciones
Durante el juego anal, la limpieza es especialmente importante ya que hay bacterias que pueden pasar a los genitales.
Para una experiencia más placentera, dúchate y usa una ducha anal antes y después de las relaciones sexuales.
Te interesará: Ducha anal: las mejores opciones
En cuanto a los juguetes, la mayoría usa un dildo de forma fálica insertado en un arnés, aunque te sugiero que empieces con un dildo de tamaño pequeño que no tenga una cabeza bulbosa.
Los novatos en pegging también pueden optar por un kit de entrenamiento anal.
Estos dildos aumentan gradualmente de tamaño para poder penetrar de una manera segura y cómoda.
No olvides limpiar tus juguetes después de su uso.
En el juego anal, cuanto más lento, mejor.
El ano es un conjunto de músculos, no se estira ni lubrica de forma natural como lo hace la vagina.
Por eso, comienza introduciendo un dedo o un estimulador prostático antes de pasar al dildo.
Te interesará: Estimuladores prostático: las mejores opciones
Para tener una idea de cómo se siente (y ponerte en el lugar de tu pareja), te recomiendo que lo pruebes en ti mismo.
La próxima vez que estés en la ducha y estés relajado, desliza suavemente un dedo lubricado hacia adentro para conocer los músculos del esfínter.
Encontrarás estas estructuras ovaladas en forma de anillo enseguida.
Sentirás el esfínter externo (que puedes contraer y soltar) a menos de 3 cm de la abertura.
Un buen inicio para los principiantes es aprender a disfrutar del juego anal (lamer, chupar, masajear, besar, etc.) sin penetración para generar confianza y familiarizarse con las nuevas sensaciones.
Y si decides que ahí es donde comienza y termina el juego anal, está bien. ¡No tienes que seguir ninguna regla!
Cuando estés listo para dar el paso, aventúrate en el canal anal.
Esta zona es elástica, rica en terminaciones nerviosas, y sensible al tacto, la presión y la temperatura.
La comunicación es fundamental en todo momento, especialmente si el pegging es algo nuevo para uno o ambos.
Si estás dando, comprueba que la velocidad, la profundidad y la presión son cómodas y agradables con preguntas como ¿Cómo lo sientes? ¿Te gusta?
Si eres el que recibe, puedes optar por situarte en la parte superior para controlar el ángulo, la profundidad y la velocidad la primera vez.
La penetración anal no debería doler, así que si hay dolor en algún momento, parad y volved a empezar.
Te interesará: Cómo disfrutar del sexo anal sin dolor
Si eres el receptor, respira profundamente para relajar los músculos anales.
Así, tanto el ano como el recto se pueden adaptar a la penetración, reduciendo el riesgo de dolor y de daños.
Empieza con un objeto pequeño, como el dedo meñique y ve aumentando de tamaño poco a poco.
Al mismo tiempo, no te centres únicamente en el ano.
Es normal obsesionarse con una parte del cuerpo cuando estamos emocionados, nerviosos o probando algo por primera vez, pero puedes aumentar la excitación de tu pareja (y la tuya propia) estimulando otras áreas.
No mejor es dejar la penetración hasta que ambos estéis excitados, ya que esto relaja todo el cuerpo.
Si dominas los conceptos básicos del pegging y deseas ir más allá, no hay límites.
Te sugiero que pruebes diferentes tipos de arneses y experimentes con diferentes juguetes y posturas.
Ten en cuenta que es otro tipo de juego sexual, y que puedes añadir nuevos accesorios, posiciones, ubicaciones, lubricantes, y enfoques para sazonarlo.
Y recuerda, el consentimiento es clave. Las buenas experiencias sexuales se basan en el placer, la confianza y la comunicación.
Otro aspecto importante del pegging es el momento posterior.
Aunque no es una práctica vergonzosa ni degradante, a veces puede generar sentimientos de vergüenza y arrepentimiento debido a la inversión de los roles socialmente establecidos.
Muchas personas pueden sentirse vulnerables después de una experiencia así, especialmente aquellas que nunca antes habían experimentado ser penetradas.
Por eso, es importante que os toméis tiempo y que os dediquéis atención después de esta experiencia.
Una charla sobre la experiencia sexual compartida, acurrucarse, disfrutar de una comida juntos o simplemente pasar tiempo a solas garantiza que todos os sintáis seguros y cómodos.
Hablar sobre ello antes y después del acto es útil para comprender los deseos y los límites de tu pareja.
No puedes hacer suposiciones sobre lo que quiere y no quieres malinterpretar su comportamiento en función de tus propias expectativas.
Y sobre todo, ¡disfrútalo! El pegging puede ser una forma divertida y enriquecedora de interactuar con tu pareja, y más importante aún, puede aumentar vuestro nivel de intimidad.